Miraba cada movimiento suyo como si, algún día, los pudiese perder de vista. Miraba esos ojos verdes mirar la letra de canciones que yo le pasaba, claro. Miraba esa cara de idiota que se le ponía cuando yo, sin motivo alguno, le miraba y le sonreía.
Le miraba a él día y noche, a los ojos y a los labios, en mis sueños y en mis despertares, cuando él esperaba y yo hacia, y cuando él hacia y yo le esperaba.
Recuerdo cuando él me daba explicaciones o justificaba algo que yo ya sabía, pero desmentía para ver sus labios moverse y su voz formando las palabras... Al final, repetía lo de siempre, una sonrisa entre cada una de sus palabras y ver como él callaba lentamente pero sin perder intensidad,como si de un anochecer se tratase.
En mi memoria guardo cada intercambio de miradas donde terminábamos muriendo de ganas por poder estar uno frente a otro, repitiendo todos los pasos que nos hicieron llegar a ese punto.
Empezábamos hablando como quien parpadea, parecía que casi ni respirábamos de tantas palabras que sonaban en esos momentos; en algún punto, nuestras voces cambiaban de tono, volumen y ralentizaban las palabras convirtiéndonos en verdaderos amantes; luego venía el momento mas mágico, especial e inolvidable de todos, el momento en el que nos matábamos con simples miradas para unos y transmisiones de sentimientos para nosotros.
No creas que he olvidado las millones de sonrisas que vienen después, pero creo que, las dos mejores partes, son las últimas.
Tantas miradas nos hacían sentir millones de cosas y paraban el tiempo y, en un instante, movían nuestros labios rectos para formar nuestras mejores sonrisas. Pero, sin duda, lo mejor llegaba después...
Mirada por mirada, sonrisa por sonrisa y beso por beso. Que mas da si no puedo sentirte en mis labios! Que mas da si mis labios no se humedecen con los tuyos! Que mas da si sé, que en poco tiempo, podrá cumplirse...
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